el panorama es dramático: en España hay 815.000 casas sin vender y 500.000 más en construcción, pero sin terminar. los expertos sugieren que la única manera de dejar definitivamente atrás los excesos de los tiempos de la burbuja inmobiliaria pasa por emular a Irlanda o EE UU y derribar las viviendas inacabadas difíciles de colocar
el sector, incluyendo a las entidades financieras y la sociedad de gestión de activos procedentes de la reestructuración bancaria (sareb), empiezan a plantearse qué deben hacer con uno de los lastres que mantienen prácticamente varada la actividad, y la mayoría está a favor de tirar abajo parte del stock sobrante
de hecho, Sareb aprobó el pasado mes de marzo un plan de negocio que reserva 103 millones de euros para demoliciones de edificios. Desde la entidad se ha asegurado que las demoliciones nunca se realizarán con promociones terminadas, sino con obras que estén en curso
la opción del derribo gana enteros a pesar de que los inversores extranjeros están volviendo al ladrillo español, aunque el ritmo de ventas todavía es muy lento para absorber todo el stock. En el primer semestre de este año, según el Ministerio de Fomento, salieron al mercado 23.118 viviendas, una cifra es irrisoria en comparación con la época del boom, cuando en un semestre se levantaban cerca de 300.000 casas